Una alegre y bien ejecutada versión de la simpática composición La máquina de escribir de Leroy Anderson por Martin Breinschmid con la orquesta de Viena.
La incorporación de la máquina de escribir como instrumento musical fue una gran novedad en 1950 cuando Anderson compuso esta pieza pero en este momento el sonido de la máquina de escribir es tan ¨clásico¨ como el sonido de la tuba o el contrabajo. Hay ya generaciones que no han oído nunca este sonido. Tempus fugit.
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