Eugenia Codina Desde mi ventana

jueves, 3 de abril de 2014

Estación central (II)

El puente-túnel de la estación Hilversum Media-Park

Que Rótterdam tenga una estación tan concurrida y espectacular no me sorprende. Al fin y al cabo Rótterdam es una gran ciudad, al menos para las proporciones holandesas. Aquí no hay ninguna ciudad que supere el millón de habitantes, ni siquiera Amsterdam. Lo que me sorprende es que una ciudad como Hilversum, que no llega a los 87.000 habitantes, tenga tres estaciones de tren. Una estación para en el centro y las otras dos cerca de los estudios de filmación y el magnífico archivo nacional de imagen y sonido, el Beeld en Geluid Instituut.

Los archivos de la imagen y el sonido

Estos estudios están en el Media Park, lugar tristemente famoso porque aquí fue donde asesinaron a Pim Fortuyn, el político rebelde e inclasificable que arrolló en el año 2002. Pim Fortuyn acabó, en cuestión de meses, con la socialdemocracia `por defecto` que dominaba el panorama político holandés. Después de él, han ido apareciendo los políticos populistas, más o menos derechistas, más o menos liberales, que han conseguido desconcertar totalmente al elector. El desconcierto no lo causan solo los políticos populistas sino también los socialdemócratas que adaptan eslóganes de los populistas (¡sobre todo hay que hablar con firmeza!)para atraer a los votantes. El resultado final es que en el año 2014 votar en las elecciones holandesas es cada vez más complicado. Hay que leer atentamente el programa de cada partido para saber sobre qué temas cada partido está a favor y en contra. Mejor dicho, hay que leer varios programas porque hay tal fragmentación que ningún partido puede gobernar solo. Cada voto es una apuesta para una posible coalición. ¡Con lo fácil que era antes! O uno votaba a los socialdemócratas que hacían coalición con los verdes o uno votaba a los liberales que hacían coalición con los cristiano-demócratas.

Una vez bajo del tren en el centro de Hilversum y enfilo por las bien cuidadas calles de la ciudad me da la impresión de que aquí no ha ocurrido nunca nada desagradable. Esta población es el epítema de la vida amable y tranquila holandesa: gente mayor con abrigos de colores, niños en manada yendo a la clase de hípica, jardines a reventar de flores, librerías, tiendas de ¨cosas¨ innecesarias, ¡incluso un Starbucks en la pequeña estación!. Ah, veo que me he desorientado y no encuentro la calle que busco. Paro al primer viandante que pasa por mi lado, un chico de unos treinta años que lleva el pelo largo y va vestido de forma muy relajada. Es tan extremadamente amable que incluso me acompaña unos metros para que vaya por la dirección correcta. De repente levanta la mano para despedirse, me desea buena suerte y entra en un café. Miro el nombre del tal café: Coffeeshop Easy Times. De la puerta abierta emanan unos efluvios de porro que tiran de espaldas. A las 10 de la mañana.

Pienso - Vaya hombre, vaya suerte tengo, en el sitio más burgués y tranquilo de Holanda voy y le pido indicaciones al pot-head del pueblo. ¡Vete tú a saber a dónde me ha mandado!.-

martes, 1 de abril de 2014

Estación Central (I)

Voy varias veces a la semana a Hilversum, un municipio relativamente grande al lado de Utrecht. No sería una ciudad muy conocida sino fuera porque los que allì trabajan sí que son conocidos. Los   estudios de televisión ocupan la mitad de la superficie urbana. Las calles y avenidas de la ciudad tienen los nombres de los actores y presentadores más conocidos de Holanda. Los habitantes de la ciudad trabajaban en gran parte en la industria televisiva. Esto explica que hayan constantemente trenes conectando Hilversum con el centro neurálgico más cercano: Utrecht.

 Para ir de Rotterdam a Hilversum tengo que coger tres trenes haciendo transbordo en tres estaciones diferentes. Las estaciones holandesas se han modernizado tanto últimamente que parecen centros  comerciales-gastronómicos  más que estaciones de tren. Hay bares, cafés y restaurantes de todo tipo: pasta italiana, wraps asiáticos, patatas fritas belgas, bombones ídem, pastelerías Dudok, bocadillos biológicos, bollos de canela, ensaladas, zumos y, naturalmente, mi favorito: Starbucks. Me gusta mucho el café que hacen allí, me recuerda mi querida ciudad de San Francisco y me proporciona siempre diversión ver como escriben cada vez mi nombre mal.

Para los que no estén familiarizados con el protocolo de esta cadena de cafeterías proveniente de Seattle, les diré que fueron los early adaptors del sistema informal de comunicarse con la clientela, al estilo impuesto por Silicon Valley. Esta informalidad Google, o campechanería, que le diríamos en español, se ha convertido en etiqueta. Cuando el cliente hace su pedido en la caja, el "barista" de turno le pide el nombre de pila y lo apunta con un rotulador en el vaso de cartón (que seguramente ha costado dos árboles del Amazonas). Seguidamente otro barista después de hacer el café/capuchino llama al cliente por su nombre, tuteándole. Mi nombre es tan complicado para los baristas holandeses de esta cadena americana que me llaman cualquier cosa: Eginia, Ugina, Egenia. Ahora me divierto dando un nombre diferente cada vez. A veces me llamo Kalinda, a veces Marilyn o Dharma. Depende del libro que esté leyendo o la serie que esté viendo.

En la estación central de Rótterdam han instalado la pantalla más grande de Europa en la que proyectan escenas que hacen alarde de la belleza "dura" que caracteriza a la ciudad: puentes, contenedores, barcazas fluviales, edificios de gran atrevimiento arquitectónico, todo ello enmarcado en pertinaz lluvia. Como en Seattle.

Aconsejo a cualquiera que visite la ciudad, aunque sea sólo por unas horas, que se siente un rato en una de las cómodas butacas de Starbucks y se entretenga mirando los viajeros que se apresuran en la nueva estación y la gran pantalla rectangular en la que se proyecta como la ciudad gana dinero.

Havenbedrijf Rotterdam schenkt grootste indoor scherm van Europa aan Gemeente from Ngage Media on Vimeo.