Eugenia Codina Desde mi ventana

martes, 1 de abril de 2014

Estación Central (I)

Voy varias veces a la semana a Hilversum, un municipio relativamente grande al lado de Utrecht. No sería una ciudad muy conocida sino fuera porque los que allì trabajan sí que son conocidos. Los   estudios de televisión ocupan la mitad de la superficie urbana. Las calles y avenidas de la ciudad tienen los nombres de los actores y presentadores más conocidos de Holanda. Los habitantes de la ciudad trabajaban en gran parte en la industria televisiva. Esto explica que hayan constantemente trenes conectando Hilversum con el centro neurálgico más cercano: Utrecht.

 Para ir de Rotterdam a Hilversum tengo que coger tres trenes haciendo transbordo en tres estaciones diferentes. Las estaciones holandesas se han modernizado tanto últimamente que parecen centros  comerciales-gastronómicos  más que estaciones de tren. Hay bares, cafés y restaurantes de todo tipo: pasta italiana, wraps asiáticos, patatas fritas belgas, bombones ídem, pastelerías Dudok, bocadillos biológicos, bollos de canela, ensaladas, zumos y, naturalmente, mi favorito: Starbucks. Me gusta mucho el café que hacen allí, me recuerda mi querida ciudad de San Francisco y me proporciona siempre diversión ver como escriben cada vez mi nombre mal.

Para los que no estén familiarizados con el protocolo de esta cadena de cafeterías proveniente de Seattle, les diré que fueron los early adaptors del sistema informal de comunicarse con la clientela, al estilo impuesto por Silicon Valley. Esta informalidad Google, o campechanería, que le diríamos en español, se ha convertido en etiqueta. Cuando el cliente hace su pedido en la caja, el "barista" de turno le pide el nombre de pila y lo apunta con un rotulador en el vaso de cartón (que seguramente ha costado dos árboles del Amazonas). Seguidamente otro barista después de hacer el café/capuchino llama al cliente por su nombre, tuteándole. Mi nombre es tan complicado para los baristas holandeses de esta cadena americana que me llaman cualquier cosa: Eginia, Ugina, Egenia. Ahora me divierto dando un nombre diferente cada vez. A veces me llamo Kalinda, a veces Marilyn o Dharma. Depende del libro que esté leyendo o la serie que esté viendo.

En la estación central de Rótterdam han instalado la pantalla más grande de Europa en la que proyectan escenas que hacen alarde de la belleza "dura" que caracteriza a la ciudad: puentes, contenedores, barcazas fluviales, edificios de gran atrevimiento arquitectónico, todo ello enmarcado en pertinaz lluvia. Como en Seattle.

Aconsejo a cualquiera que visite la ciudad, aunque sea sólo por unas horas, que se siente un rato en una de las cómodas butacas de Starbucks y se entretenga mirando los viajeros que se apresuran en la nueva estación y la gran pantalla rectangular en la que se proyecta como la ciudad gana dinero.

Havenbedrijf Rotterdam schenkt grootste indoor scherm van Europa aan Gemeente from Ngage Media on Vimeo.

2 comentarios:

Juanjo Jambrina dijo...

Excelentes trazos. Y excelente pulso en los trazos.

Eugenia dijo...

Gracias, Sarapo. Me encuentro mejor.