He vuelto a estar en Barcelona y he pasado de nuevo por las esquinas y los callejones conocidos y por lo tanto desconocidos. El hecho de vivir en otra ciudad me ayuda a mirar mejor y a fijarme en el entorno que por tan familiar ya no veía. Como esta fachada en la esquina Diagonal-Séneca. ¿Quién ha dicho que los barceloneses no quieren ser franceses?
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