Eugenia Codina Desde mi ventana
domingo, 19 de febrero de 2012
El suicidio holandés de Anil Ramdas
Foto de Anil Ramdas en el artículo del NRC Handelsblad
Este fin de semana el accidente del príncipe Friso mientras esquiaba ha dominado los periódicos. Un príncipe víctima de un alud es una noticia espectacular, cierto. Desafortunadamente esta noticia ha eclipsado la noticia de la muerte de Anil Ramdas que se ha suicidado el mismo día de su 54 cumpleaños. Este suicidio ha sido inesperado.
Quiero escribir sobre Anil Ramdas por tres razones. Primero, porque me cuesta entender qué mueve a alguien de mi edad a acabar con su vida, segundo, para salvarle del olvido en español (ninguna de sus obras ha sido traducida) y tercero porque estoy segura que este suicidio va a levantar controversia en las próximas semanas y meses. Su suicido se va a convertir en política.
Me explico.
Ramdas era un periodista y escritor holandés, nacido en Surinam, de etnia india, dato importante en un país dividido en razas y religiones. Conoció sus época de mayor éxito en los años 90. Representaba el emigrante intelectual, del tipo necesitaba la sociedad holandesa para mostrar su cara más progresista. Era culto, ingenioso, crítico y diferente. Era la época del auge de la corrección política, de la multicultariladad, el cosmopolitismo y la tolerancia. Anil Ramdas hizo programas de televisión de éxito escribió libros y publicó en periódicos de prestigio como el Groene Amsterdamer y el NRC Handelsblad. Fue corresponsal en la India de este periódico. Fue en estos años que desarrolló su estilo, muy inspirado en V.S. Naipaul. Era el intelectual ideal para demostrar que en Holanda todas las culturas valían lo mismo.
Ramdas tenía éxito por lo que hacía y a la vez por lo que era. Hasta que llegó Pim Fortuyn.
Pim Fortuyn llegó como una revolución al panorama político holandés. En su meteórica carrera (le asesinaron en el 2002), larrancó prácticamente de las manos de los partidos de izquierda el cosmopolitismo y se lo pasó a la derecha. En cuestión de meses el clima político cambió radicalmente. Los partidos liberales y de derechas se erigieron como los defensores del liberalismo occidental. La multiculturalidad pasó a ser palabra soez.
Anil Ramdas, como uno de los más visibles representantes del intelectual multicultural dejó de ser interesante en cuestión de meses. Siguió trabajando en televisión, como conferenciante, periodista pero ya a la defensiva. Su último encontronazo con un revisor de tren que gritaba a una mujer que llevaba un chádor, le llevó a pasar una noche en la cárcel. Ramdas le gritó al revisor: - Quién te crees que eres, ¿Geert Wilders?.-
La referencia a Geert Wilders, el líder de la extremaderecha abiertamente antimulticultural y radicalmente liberal indignó al revisor. En lugar de verse apoyado por su exabrupto, otros escritores y periodistas militantes de izquierda tuvieron furibundos debates con Anil Ramdas por su actitud intolerante. Según ellos estigmatizaba a los votantes de Wilders como palurdos y catetos, solo porque no pensaban como él. Es otras palabras, Ramdas pasó, en cuestión de un par de años, de ser el niño mimado a ser el niño rebelde.
El año pasado publicó un libro semi-autobiográfico llamado Badal, sobre un intelectual del Surinam que llega al éxito y al fracaso en Holanda, se arroja a la bebida y al final se suicida. No tuvo mucho éxito.
El viernes, cuando los periódicos se hicieron eco de su muerte voluntaria, no se oyeron las voces críticas. Pero no creo que dure demasiado hasta que el debate de la muerte de Anil pase a ser un debate político. El dedo va a señalar a la derecha y la derecha va a celebrar el funeral del multiculturalismo como visión política.
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3 comentarios:
Interesante artículo, Eugenia.
Yo también me preguntaba el por qué (?).
Saludos.
Sí: lo vi en las noticias, y sí me acordaba de él, de mis tiempos VPRO en NL. ¿Dejó nota, explicaciones, testamento literario, que se sepa? ¿Cómo se suicidó?
Me sigo preguntando por qué.
No se ha hecho publico ni del por qué ni del cómo.
Quizás dentro de unos meses se sepa algo más.
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