Eugenia Codina Desde mi ventana

lunes, 28 de marzo de 2011

Mujeres



Estoy tendida en la camilla del aparato de radiación.

El personal de radioaterapia me ayuda a colocarme bien. Es un trabajo milimétrico y de precisión. Para este fin me han tatuado varios puntos en el torso que hacen de coordinadas, de forma que el haz de luz caiga exclusivamente en el cuadrante que hay que tratar. Una vez estoy en la posición adecuada no puedo moverme hasta que termine la sesión.

Tengo una enfermera a mi derecha y un enfermero a la izquierda. Hablan entre ellos. Me colocan. La enfermera tiene la cara seria, me mira con gravedad. Me mira otra vez. Me mira fijamente. Me está empezando a alarmar. ¿Habrá visto algo preocupante en la zona a radiar?.

Entonces se le rompe la cara seria y me dice: - Perdone que la mire tan fijamente pero es que me encanta la sombra de ojos que lleva. ¿Qué marca es?-

La hubiera podido besar.

4 comentarios:

cat dijo...

Me hace reír hasta en esas situaciones.
Me tocó hacerme una RNM (pienso que su indicación era exagerada, defensiva). Es una prueba larga, la llevaba bien hasta que vino con cara muy seria la enfermera a cambiarme de postura en la ruidosa lavadora y a retirar el contraste que iban a ponerme … Radical: dejé de llevarlo bien. ¿Eso será bueno o será malo y …?

Eugenia dijo...

Estimado cat,
Es que una está tan aterrorizada cuando entra en el circuito médico que una señal de paradójica en inesperada normalidad, como la enfermera coqueta, ayuda a soltar la tensión. El humor no cura el cáncer pero ayuda a sobrellevar la situación.

Eugenia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Manuel Álvarez dijo...

El sentido del humor siempre es bien recibido. Un abrazo Eugenia.