Via Augusta con Diagonal, enero 2012
Estas navidades aprovechando mi estancia en Barcelona, asistí a una reunión de antiguas alumnas del instituto donde hice el bachillerato. Un grupo de compañeras que no había visto en más de treinta años. El reencuentro, que fue animado, se ciñó en gran parte al pasado en común a causa de un montón de fotos de aquella época que trajo una de mis ex-compañeras de clase.
Las fotos estaban tomadas entre el año 1974 y 76. Las fotos eran en su gran mayoría en blanco y negro. Las pocas instantáneas que había en color habían perdido gran parte del cromatismo y presentaban un color más bien amarillento como si hubieran estado mucho tiempo expuestas al sol.
Mirando aquellas fotos que tomábamos los aficionados en los años setenta me vi mirando del siglo pasado. Si algo ha cambiado en los últimos treinta años es la fotografía. El uso del photoshop ha acabado con su carácter testimonial (quién se fía ya de lo que ve en una foto) y los teléfonos móviles la han convertido en un acto tan natural como hacer un garabato en un papel. Esta naturalidad se traduce en el uso del color, dejando atrás el blanco y negro tan típico del siglo XX.
Via Augusta con Diagonal, invierno del 1974
En sus memorias, el fotógrafo Catalá Roca dice: Estoy casi seguro de que las nuevas generaciones, las de los siglos más próximos, definirán a los del siglo XX como los acromáticos. Y con toda la razón del mundo porque este siglo ha vivido mayoritariamente en blanco y negro. La pintura y la escultura siempre han sido policromadas, siempre han uitilizado el color. ... De hecho, si la fotografía se hubiera inventado en color, nadie echaría en falta el blanco y negro.
Lo que no había previsto el insígne fotógrafo es que en el siglo XXI pondría al alcance del usuario ténicas como Instagram, un app que arrasa porque como otras aplicaciones similares, le da a la fotografía un aire retro, en blanco y negro o en sepia en segundos. Esto permite, no solo maquillar las fotos hechas chapuceramente, sino también darle a la fotografia calidad histórica y cierta "seriedad¨. Se diría que el éxito de esta estética retro tiene que ver con la rápidez con la que avanzan las técnicas visuales. Estos maquillajes vintage que le podemos dar a las fotos, con el simple roce de la pantalla, nos permiten crear la ilusión del oficio bien hecho, de la calidad del fotógrafo profesional, algo cada vez más mítico en el mundo donde impera la fotografía de aficionado.
4 comentarios:
¡Qué casualidad! yo también hice una cena de 30 años after estas fiestas.
Aún sigo convaleciente. Y no hicieron falta fotos. Bastaron las palabras y los recuerdos.
En la música, también existen programas para fingir el efecto de disco rayado o amplificación "lo-fi", pero ese tipo de falsificación me parece igual de mal e inecesario que engañarnos con Photoshop.
Theo Sarapo, qué casualidad que tuviéramos un encuentro con los compañeros de clase en la misma época.
Te deja un poco touché, ¿verdad?. Fue muy bonito pero tantos recuerdos.... cuesta volver a meterlos en la caja.
Hola Pieter, no sabía que se podía hacer esto con la música. Me da la impresión que la idea detrás es que si la música suena como un lp viejo fuera más verdadera que la que suena perfecta. Curioso truco mental.
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