La revista sobre arte y cultura The Ramblas ha publicado este artìculo mío sobre Andreas Englund.
El artista sueco Andreas Englund es el autor de una colección de pinturas con el paradójico título: El héroe envejece . Porque a ver, ¿a quién se le ocurre pintar a un héroe avejentado comiéndose una mandarina en la soledad de su comedor de diseño?.
Las pinturas de Englund son más que una paradoja. Parecen sacadas de un cómic pero no lo son, nos recuerdan una película sin serlo, son tan realistas que podrían ser una foto, si el tema no fuera tan absurdo. Gracias a su maestría técnica su colección El héroe envejece es todo esto y no lo es. Cuando miramos estas grandes telas en las que un superhéroe envejecido con una cara tiernamente humana y real intenta abrir inútilmente un tarro de mermelada (como todos los mortales de más de cincuenta años) nos sorprende porque un superhéroe decrépito es intrínsicamente imposible. La originalidad en Englund radica en la frescura y el aplomo con el que transgrede disciplinas y estereotipos.
Englund trabaja como director artístico, y como tal, sabe lo importante que es la narración. Si miramos la colección en su totalidad vemos como la decrepitud se van manifestando en cada aspecto nimio de la vida de nuestro superhéroe. Cada cuadro individualmente cuenta también la historia: nuestro superhéroe envejece y se enfrenta con las mismas limitaciones con las que nos enfrentamos todos los humanos. El talento de Englund está en la visualización de estas limitaciones llevándolas al detalle. Por ejemplo, cuando vemos que al superhéroe se le ha caído la bolsa de la compra y se le han roto los prosaicos huevos justo antes de entrar el supercoche en plan Batmóvil. Son estos detalles tan realistas lo que nos hace sonreír y sentir empatía por el héroe en apuros.
En una entrevista Andreas Englund menciona como sus maestros a Anders Zorn, Edward Hopper y Simon Bisley. Se entiende que admire a estos grandes creadores y que se haya inspirado en ellos. Sin embargo, la obra de Englund tiene algo más, algo que la hace muy personal, muy Englund.
Reconozco en Englund la ambición por llegar a la perfección técnica de Anders Zorn y veo que comparte su fascinación por el cuerpo humano. Reconozco el baño de soledad en el que Hopper tan poéticamente sumergía a su obra figurativa. Y también reconozco la estética cómic robusta y dinámica de Simon Bisley. Lo que no veo en estas fuentes de inspiración de Englund es el humor, este humor que caracteriza su obra y que casi la frivoliza, digo casi, porque su técnica es tan perfecta que a pesar de divertirnos también nos hace sentir compasión y empatía por la decrepitud del héroe.
Andreas Englund va a exponer su colección este año en Los Angeles. No me extraña, su narrativa recuerda más las películas americanas que la pintura. En realidad, es esta combinación la que hace su obra tan atractiva. Esperemos que podamos verla también alguna vez en Europa.
De momento nos tenemos que conformar con ver su obra por internet. Tiene una página en Facebook en la que podemos seguir sus exposiciones
4 comentarios:
M'hi he sentit ben identificat, menjo mandarines, em costa obrir pots al buit i em cauen les bosses de l'Esclat o el Caprabo. Sort que no he estat mai un superheroi que si no... clavat!
Et felicito pel tema escollit.
Gracies, Jordi.Es que en el fons crec que, quan ens enfrentem a l´enfermetat i a la mortalitat, ens sentim com superherois envellits. Aixó, i els pots al buit, es clar.
Muy interesante, gracias.
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