Eugenia Codina Desde mi ventana

domingo, 26 de julio de 2009

Domingo, día de paz

Tim MInchin ha escrito este himno de la paz para Israel- Palestina:




Vosotros no coméis cerdo.
Nosotros no comemos cerdo.
Parece como siempre ha sido así.
Entonces ¿por qué no NO COMER cerdos juntos?

miércoles, 22 de julio de 2009

Place des Vosgues, París 2009


Foto: Theo van der Tuin

lunes, 20 de julio de 2009

Porte de Montreuil, el otro París


Porte de Montreuil, en la periferia de París

Durante mi reciente estancia en París me alojé en el Suite Hotel. Es un hotel que puede ofrecer muchos servicios por un precio razonable porque está situado en Porte de Montreuil, un barrrio limítrofe con el banlieu, que son en general las barriadas más pobres y que más acusan la inseguridad ciudadana. Gracias al acceso directo al Metro, la distancia entre la Porte de Montreuil y el centro de París es una cuestión de minutos.

La estación de Metro de Montreuil es una de las más antiguas de París, data del 1933. El jefe de estación fue asesinado por los nazis en el 1942, pone en una placa conmemorativa

Aunque la distancia entre Montreuil y la Avenue de la Concorde sea corta en minutos, un mundo de diferencia separa una zona de París de la otra. Más bien tres mundos: Montreiul tiene toda la vitalidad y la pobreza de una ciudad del tercer mundo.
Montreuil es París pero no es el París de la imaginación colectiva, es decir, este parque temático del estilo de vida burgués, del lujo, el del grandeur arquitectónico, de la alta costura, de la gastronomía refinada, el de la la cultura y las artes. Montreuil es un París completamente distinto a lo que espera el visitante pero no por ello menos auténtico.

En primer lugar, en este barrio llama la atención la constante y visible presencia de la policía en la calle, ya sea de tráfico, ya sea nacional. En segundo lugar predomina la economía informal. Durante día en el mercadillo (marché au puces de Montreuil) y, a medida que se va poniendo el sol, va emergiendo al economía sumergida. A partir de las diez de la noche aparecen vendedores free-lance de DVDs grabados en casa, de pañuelos, de esponjas, de rodajas de melón o zapatos viejos. En realidad cualquier cosa se puede vender y comprar en Montreuil.

Aquí se vende cualquier cosa, desde un peine, a unos zapatos usados o un DVD copiado en casa

El bussiness model más innovador es la venta de mazorcas de maíz tostadas en el carrito de la compra del supermercado. El crecimiento es exponencial. El lunes había un carrito y el miércoles ya habían copiado la idea otros dos empresarios del mismo calibre.
La venta ambulante de mazorcas de maíz hechas al momento es un negocio en expansión

En tercer lugar la gastronomía francesa clásica brilla por su ausencia. Los restaurantes ofrecen en su gran mayoría platos en su verisón halal. Los restaurante, más bien snack-bars, ofrecen comida turca, argelina, marroquí, tailandesa, japonesa o libanesa No hay foie en Montreuil.
Una vista de la Avenue Porte de Montreuil

Y no olvidemos la moda, otro tema tan tradicionalmente francés, aquí se lleva el estilo africano. Los africanos y africanas resaltan, no por el color de la piel sino por los llamativos vestidos conjuntados con turbantes que dan una nota colorista al paisaje urbano.
En cuanto a la lengua, sospecho que muchos de los habitantes del barrio no hablan francés. Cuando fui a sacar dinero del cajero automático, me encontré con instrucciones a base de simples dibujos, ni una palabra escrita. Desconozco si la razón es el analfabetismo o la gran cantidad de lenguas distintas que se hablan en el barrio. El cajero no debe dar abasto a tal variación de lenguas entre los usuarios.

Yo le aconsejaría a todos los visitantes que quieran conocer París de verdad que vayan a Montreuil. Si realmente quieren saber lo que ofrece esta colosal y arrebatadora ciudad no se pueden perder este mundo tan lejano de los museos repletos de impresionistas y las confiterías de la Rue Royal. Siempre pueden coger el Metro y volver al grandeur para los turistas.

jueves, 16 de julio de 2009

La des-integración de René Descartes



Teniendo como tengo un pie en un país y el otro en otro, encuentro mi condición muy feliz, en el sentido de que mi condición es de libertad. (René Descartes, en una carta a la princesa Elisabeth de Bohemia en 1648)

Andando por el barrio adyacente a los Jardines de Luxemburgo, durante mi estancia en París, descubro esta placa en la Rue Rollin, una calle pequeña y poco llamativa pero cargada de historia. En las otras calles del mismo barrio, como la Rue Cardinal Lemoine, Navarre y Mouffetard, se encuentran profusión de placas recordando la presencia de Ernest Hemingway o James Joyce. Huelga decir que esta zona está muy concurrida por turistas estadounidenses

Pero esta placa me llama la atención porque, ahora que se habla tanto de integración y emigración, estas palabras de Descartes, el cual vivió veinte años de su vida en Holanda, son muy actuales.

El número 14 de la Rue Rollin, donde se hospedaba René Descartes cuando no estaba creando en Holanda

Ya de por sí es memorable que a un francés le gustara vivir en Holanda. René Descartes aseguraba que le gustaba el clima holandés y que Francia le parecía demasiado calurosa. Algo inaudito si se cuentan los miles de holandeses que visitan Francia buscando el calor durante todo el año y en especial en las vacaciones de verano.
Descartes dio clases en la universidad de Leiden, tuvo una hija en Holanda y escribió desde allí el Discurso del Método. Desgraciadamente su amor por los climas fríos le resultó fatal porque murió de una neumonía durante su estancia en Suecia, invitado por la reina de este país.
La frase que se conmemora en la placa de la casa de la Rue Rollin declara su des-integración de su país de origen más que su in-tegración en el país donde vive. Es una defensa de la libertad intelectual que ofrece el distanciamiento de las tradiciones y costumbres en las que uno ha crecido. La libertad de crear un mundo nuevo a la medida de uno. La reflexión impresiona porque la incapacidad de desligar el pasado de la identidad propia es el origen de muchos fracasos y frustraciones, a nivel personal, de muchos emigrantes. Y esta actitud personal define, como no, la actitud general de la comunidad. Cuantas veces no se ve una merma de libertad si el emigrante se queda en su grupo de origen en lugar de aprovechar y participar en la nueva sociedad que ofrece tantas nuevas oportunidades.
En realidad, Descartes en esta frase ya está citando el sueño americano; la capacidad de reinventarse a uno mismo. El mismo pasó de ser soldado a ser matemático y filósofo. Si esto no es libertad.

A mí, después de leer esto, Descartes me cae muy bien. Ahora entiendo mejor su declaración de libertad intelectual: Pienso, luego existo.


La Rue Cardinal Lemoin y la Rue de Navarre vistas desde la Rue Rollin