Barcelona, ciudad moderna y cosmopolita. O al menos, esto parece a primera vista. En las calles pasean turistas provenientes de todo el mundo. En el metro viajan pasajeros de incontables etnias. Y qué decir del vanguardismo estético. ¡Incluso los edificios antiguos son modernos! En la arquitectura de los edificios y en el contenido de las tiendas destaca el diseño. Desde los años 80, una de las frases que usan los barceloneses para ligar es: ¿estudias o diseñas?, tal ha sido la proliferación del buen gusto como profesión durante los últimos veinte años.
Las apariencias, sin embargo, engañan. A pesar del modernismo y la diversidad, los barceloneses pueden ser muy brutos ante "el otro". A mi juicio, es aún una forma de provincialismo. Como sí en el fondo los barceloneses esperaran que, en algún momento del futuro, todo volverá a ser como antes.
Al menos, esto es lo que pienso al entrar en una tienda de modernos adminículos de cocina, de Alessi para arriba, y toparme con estos encantadores saleros llenos de color local. Estereotipos del "otro" de diseño
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