Eugenia Codina Desde mi ventana

sábado, 30 de agosto de 2008

Donde nadie ha ido antes

Siguiendo el proceso de las eleccciones en Estados Unidos he recordado la serie de ciencia ficción Star Trek, de la que confieso soy una gran aficionada. En realidad, mi vocación hubiera sido trabajar en la Federación de Planetas pero me he tenido que conformar con enseñanza.

Las elecciones tienen como objetivo elegir el líder adecuado, y ahí veo concomitancias entre la realidad y la serie en cuanto al modelo sociológico que representa. Me refiero en concreto, a los capitanes de Star Trek, que son la esencia misma del liderazgo.

La serie conoce cinco épocas, siendo la primera de los años sesenta y la última entre 2001= 2005.
En la serie original, que empezó en 1966 , el capitan es JamesTiberius Kirk, hombre blanco, de unos treinta años. Es un hombre de acción que tiende a solucionar los problemas que se presentan con un par de puñentazos. Es un pionero al estilo del oeste americano.
Al principio de cada episodio una voz en off dice: ¨Estos son los pasajeros de la nave estelar Enterprise. Su misión es explorar nuevos mundos y civilizaciones. Ir donde ningún hombre ha ido antes.¨

A finales de los años ochenta (1987) reaparece la serie con un capitán sorprendente: Jean-Luc Picard. Picard es francés y calvo, dos características que le pronosticaban poca popularidad. Ser calvo en el país que ha inventado el pelo que no se mueve es un acto de valentía en sí mismo.
Picard no solo un pionero como Kirk, es explorador de planetas y conceptos. Es un filósofo, interesado en la arqueología. Tiene una gran capacidad de decisión y basa su liderazgo sobre todo en el respeto que le tiene su tripulación.
La violencia en la segunda serie es el orígen de los problemas, no la solución. Picard se ve a menudo involucrado en problemas que exigen una respuesta racional y filosófica
Que el enfoque de la serie ha cambiado ya queda claro en las palabras iniciales. El Enterprise va ahora: ¨ donde nadie ha ido antes¨. De forma que la palabra hombre ya ha desaparecido.



La siguente serie en los noventa (1993) es aún más sorpendente. En Deep Space Nine no es el objetivo explorar el espacio sino mantener una estación espacial donde se ven obligadas a convivir distintas etnias en el momento de una posguerra. Una especie de Berlín justo después de la segunda guerra mundial.
Por primera vez el capitán de Star Trek es negro. Benjamin Sisko basa su liderazgo en su habilidad de mantener la paz en una situación de extrema multiculturalidad. Tiene que negociar constantemente y a veces hacer concesiones con tal de mantener la convivencia (¿no se le acusa también a Obama de lo mismo?) ya que no rigen las normas y valores de una sola civilización. El papel de los humanos es más parecido a la actual ONU, mantener la paz y una convivencia aceptable.


Por fin, en 1995 y para empezar el siglo, el capitán de Star Trek, en la serie Voyager, es una mujer. Kate Janeway es una científica y basa su liderazgo en su fortaleza mental, sus conocimientos científicos y una ética que no admite concesiones. La violencia sigue siendo el orígen de los problemas que Janeway prefiere solucionar con tecnología y ciencia. En esta serie, una tripulación de muy diferente plumaje se ve obligada a hacer un viaje de 75 años para llegar a la Tierra. A diferencia de Deep Space Nine, en este setting rigen las normas y valores humanos, que Janeway se encarga de mantener a rajatabla.



En el 2001 reaparece Star Trek con un nuevo enfoque. Enterprise es una serie que narra lo acontecido 100 años antes de que la serie original con el capitán Kirk se lanzara a explorar el espacio. El capitán, Jonathan Archer, es de nuevo, un hombre blanco, de unos treinta años, que basa su liderazgo en su fortaleza y que soluciona los problemas con violencia, si es necesario. Como hombre de ación su personalidad es menos definida que la de Kirk pero tampoco tiene la profundidad de Picard o la diplomacia de Sisko, ni remotamente los conocimentos científicos de Janeway.
En definitiva, el pobre Archer está tan perdido en la búsqueda de su papel, como el hombre actual

Esta serie resultó un fracaso. La dejaron de emitir antes de terminar todos los capítulos.


Es posible que el fracaso de Enterprise fuera que no conectaba con los tiempos, tal como habían hecho las series anteriores. La figura del líder hubiera ido evolucionado de un pionero a un intelectual, de un político de coalición a una científica. Pero es que además, con cada capitán se iba incorprorando una nuevo matiz de la variedad humana (y por lo tanto del ciuadano de los Estados Unidos): de un capitán joven a uno maduro, rompiendo así la frontera de la edad, después rompiendo la barrera de la raza, y seguidamente la barrera del género.
Cuando, finalmente, la serie le ofrece al espectador un líder que recuerda la sociedad de los años sesenta se olvida de que una vez la mente humana ha ido incorporando información nueva, no la puede borrar porque la ha usado para construir nuevos conceptos. Es decir, una vez hecha la evolución no hay energía para la involución.

El paralelismo de los líderes de Star Trek con los cambios sociológicos actuales en Estados Unidos es que, si Obama rompe la barrera de la raza es muy problable que la próxima presidencia rompa la barrera del género.
Pero también quiere decir que el siguiente presidente ya no podrá ser un George Bush o un John Kerry porque son políticos unidimensionales que no representan a una ciudadanía tan diversa, en todos los sentidos, como es la de los Estados Unidos.

Y que va yendo allí donde nadie ha ido antes.

jueves, 28 de agosto de 2008

Quien esté limpio de culpa que tire la primera piedra

Isabel Koopman me envía este vídeo desde los Estados Unidos: ¨Me recuerda tu post sobre el tema¨, me dice.

Jon Stewart es el presentador de The Daily Show, un programa de la televisón americana que satiriza las noticias del día. Stewart, todo hay que decirlo, es un maestro en el arte de la dicción, el timing y el desparpajo.




Jon Stewart habla en este vídeo del incidente de los "ojos de chino" del equipo de baloncesto de la selección española. Stewart satiriza la indignada reacción de la prensa norteamericana ante el racismo de los españoles, mostrando una serie de anuncios en los que se ridiculiza a los asiáticos por su aspecto, su acento y por sus estereotipadas ocupaciones.

Es, francamente, muy divertido.

martes, 26 de agosto de 2008

Despedida en el Mar del Norte

El domingo esparcimos las cenizas de mi amigo Ruud en el Mar del Norte. El lugar adecuado para un gran navegante. Una sencilla y sentida ceremonia sin discursos ni grandes gestos: las cenizas lanzadas al mar seguidas por unas rosas blancas y una lata de cerveza de la que tomamos todos un trago antes de dársela a Ruud.



Un barco de pescadores que salió de Scheveningen, en La Haya, lo llevó a mar abierto donde le dejamos para siempre. Después de la ceremonia, el barco dio una vuelta alrededor del sitio donde habían desaparecido las cenizas, tocó la sirena tres veces y bajó la bandera a media asta.
Mientras los presentes nos recogíamos en respetuoso silencio una gaviota se posó en el lugar desde donde acabábamos de celebrar la ceremonia de despedida. Entonces vi que el capitán del barco pesquero estaba en su cabina escribiendo en su bitácora, con un cigarrillo de liar en la boca y una lata de cerveza al lado. Estas pinceladas de realidad y pragmatismo mi hicieron sonreir.

El hombre se me acercó, y mientras se liaba otro pitillo, me dijo que gracias a estas ceremonias habían salvado la vida muchos barcos pesqueros en desuso y que ahora solo se alquilaban para la pesca deportiva y el esparcimiento de cenizas.

Los negocios iban viento en popa, me contó, gracias a los rumanos, búlgaros y alemanes. Países sin mar o donde está prohíbido esparcir cenizas al aire libre o en el agua son los grandes clientes de los barcos holandeses.

Mientras el capitán me contaba esto vi pasar tres barcos llevando las cenizas de sus seres queridos al punto definitivo de descanso.


Esta idea me impresionó. Se habla de países de acogida pero no de mares de acogida. El mar no pide pasaportes ni nacionalidades. Si es verdad que en la muerte todos somos iguales, en las aguas del Mar del Norte aún lo somos más.


domingo, 24 de agosto de 2008

Despedida

Esta foto de Todd Heisler ha ganado el premio Pullitzer.
La viuda del soldado muerto en Irak pasa la última noche con él, velando el féretro, escuchando la música que les gustaba a los dos y recordando.