Eugenia Codina Desde mi ventana
sábado, 7 de marzo de 2009
El fin de la cabina telefónica
Eugenia en una cabina de la Rambla Cataluña, Agustí Codina, 1992
En Holanda van a retirar las cabinas telefónicas. Desde el año 2000 ha bajado el uso de la cabina lugares públicos en un 76%. La cabina telefónica, concluye el Ministerio de Economía holandés, ha dejado de ser rentable. Solo van a quedar cabinas en las estaciones de trenes. Parece ser el único lugar donde se siguen utilizando. Cuando alguien se ha olvidado el móvil, remacha el ministro.
El ministro tiene razón. Desde hace años se observa una decadencia de la antes impresicindible cabina. En mi reciente visita a Bruselas me llamó la atención el estado de dejadez en que se encontraban las cabinas incluso en lugares bien cuidados de la ciudad y con gran presesencia turística.
Cabina telefónica en la plza del Grand Sablon en Bruselas, febrero 2009
Esta decadencia en el mantenimiento de las cabinas también la veo en la, en general, ordenada Holanda. Esta cabina se encuentra enfrente de mi lugar de trabajo. En un barrio de clase media, seguro y sin notable vandalismo. El estado de la cabina habla por sí mismo.
Cabina telefónica en Ommoord, Rotterdam, marzo 2009
El desuso de la otrora necesaria cabina dice mucho de cómo ha cambiado la telefonía y la comunicación en los últimos años.
Si en los años sesenta el teléfono aún estaba en un lugar céntrico de la vivienda (en casa de mis padres estaba en la pared del pasillo), en los años setenta, con la llegada de los supletorios la función del teléfono se fue personalizando y perdiendo el sentido de ¨solo para casos de urgencia¨.
Hablar por teléfono se convirtió en parte de los derechos humanos de cualquier occidental, especialmente en la adolescencia.
Niní al teléfono, Agustí Codina, 1992
La cabina callejera aún conservaba esta función salvadora que hasta entonces había tenido el teléfono casero. Pero con la llegada masiva del móvil la privacidad ha llegado al terreno público. En metros, trenes y autobuses se oyen conversaciones personales que hacen ruborizar a los involuntarios oyentes.
Aparentemente el uso del móvil, al igual que el I-Pod o el ordenador personal, aisla piscológicamente de tal forma al usuario que pierde cualquier sentido de la discreción.
Con la cabina telefónica se pierde una parte esencial del mobiliario urbano y de la vida cotidiana. Como elemento integrado en nuestras ciudades, su presencia estaba reflejadan en las artes y en la cultura popular. Aquí quiero recordar dos importantes aportaciones de la cabina al mundo de la ficción.
Doctor Who ante TARDIS
En Inglaterra se emite desde hace más de cuarenta años Doctor Who, una serie de ciencia ficción en la que el protagonista, el doctor que le da nombre a la serie, viaja en el tiempo en una cabina teléfonica de la policía, el TARDIS. Estas cabina eran para uso exclusivo de la policía o de los ciuadadanos que tenían que llamar a la policía con urgencia.
La vida en el mundo anglosajón sin Doctor Who y sin TARDIS es impensable. Dentro de unos años, las nuevas generaciones no entenderán el origen de una nave del tiempo tan ridícula.
Y en España fue Antonio Mercero el que mostró el lado siniestro de la cabina telefónica con un corto que se ha convertido en todo un clásico. En La Cabina ésta pierde su inocente función y se convierte en la kafkiana opresora de un pobre ciudadano que se ve aniquilado por ella.
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1 comentario:
Here in Luxembourg, the phone booth near my children's school also serves as protection from the wind and cold for one of our homeless. It cannot be very comfortable (you can't really lie down properly) but I hope the city of Luxembourg is aware of this second function and gives it a bit of thought before retiring it from duty.
On a lighter note, I fully expected you to also mention Superman, who often used phone booths to change out of his Clark Kent disguise, which is a superhuman feat in itself. Not so much the contortionist part (anyone who has ever tried this will know that you need double-jointed shoulders just to take off your jacket in some of these booths); no, I am more impressed by the fact that, in all those years of active duty, nobody ever saw him through the glass, and had him arrested for indecent exposure!
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