Eugenia Codina Desde mi ventana

lunes, 9 de marzo de 2009

Línea directa con el más allá



Las cabinas teléfonicas desaparecen pero lo que no desaparece es el uso del teléfono y la necesidad de estar en contacto. Incluso en contacto con dios. Incluso en contacto con el más allá.

Desde el 7 de marzo se puede hablar con dios por el móvil.

El artista holandés Johan van der Dong ha abierto una
línea directa con dios. Llamando al número +31 644244901 se puede dejar un mensaje al sumo hacedor. Al llamar se oye una voz que dice:
"Este es el teléfono de Dios, en este momento no puedo atenderle, pero deje un mensaje o llame más tarde, y quien sabe qué escuchará"
De momento ya han llamado 1.000 personas. El autor, Johan van der Dong, ha declarado que estos mensajes no se van a hacer públicos, porque no forman parte de la instalación ya que él es un artista, no un pastor. Los mensajes se mantienen en secreto entre dios y el que llama.
Johan van der Dong en el 2006 con una ¨carta a Dios¨, la versión epistolar de la actual instalación.


Esta ¨performance¨ me recuerda la leyenda urbana de un industrial llamado Ball que se instaló un teléfono en la tumba por si la enterraban vivo. Este error se daba con demasiada regularidad en el pasado, algo que la literatura fantástica y de terror nos ha recordado de mil formas.

Cualquiera que haya leído La caída de la casa Usher se quiere poner un teléfono en la tumba.

Pero he aquí que la historia del señor Ball y su teléfono para casos de emergencia, toma un giro sobrenatural cuando los familiares se inquietan porque el teléfono de la viuda lleva dos días comunicando y al llegar a su casa se la encuentran muerta, con el teléfono en la mano y una mueca de terror en la cara: el marido la había llamado para decirle que había llegado su hora.

La otra leyenda urbana que parece más plausible es la del testamento de David Hugues. El señor Hugues ha dejado estipulado que cuando muera, le entierren con su ordenador portátil de forma que pueda seguir conectado con el mundo incluso después de su muerte. Como garantía de que el ordenador siga funcionando a través de los siglos, será alimentada, sigue estipulando el David Hugues en su testamento, por energía solar.

En el ámbito del arte, la fiolosofía y la cultura popular se habla con el más allá pero también en el ramo más prosaico, si se quiere, de la industria funeraria, la cual sigue avanzando y adaptándose a los tiempos.

Funerarias emprendedoras holandesas y americanas ya ofrecen lápidas con una pantalla plana incrustada, y alimentadas por energía solar para garantizar su funcionamiento a largo plazo, en la cual se pueden ver durante unos minutos fotos y vídeos de la persona fallecida. Los recuerdos puestos en forma de película o presentación de diapositivas permite ver de nuevo al ser querido en movimiento.

Es conmovedora esta necesidad del ser humano de ¨seguir en contacto¨, cueste lo que cueste.

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