Eugenia Codina Desde mi ventana

domingo, 6 de junio de 2010

El libro, objeto de deseo


La librería de mi barrio

El sábado fui a la librería de mi barrio a comprar un libro de Bill Bryson. Cuando fui a pagar el entusiasta librero (¡por fin alguien que atiende al cliente!) me dijo que si me interesaba Bryson también me gustaría su libro sobre Shakespeare. Me enseñó un voluminoso libro de tapas duras, profusamente ilustrado a todo color que incluía un cd con obras de Shakespeare leídas por John Gielgud. Un libro con más forma que contenido, al menos a primera vista. Un libro para regalar.

Shakespeare de Bill Bryson

Miré el precio: 24 euros. Ya que había establecido tan buena relación con el librero entusiasta le comenté que no me parecía un precio excesivo por un libro tan bien editado. La razón, era según me contó, que hasta hace poco solo había un importador en Holanda de libros en inglés pero que ahora había dos y que para ser competitivos tenían que bajar los precios. Como estábamos hablando de un libro por el que uno habría pagado sin rechistar cuarenta euros hace un año, pensé que las editoriales se huelen la tostada que va a representar para sus ventas los libros electrónicos.

He encontrado este vídeo donde se ve lo que la tecnología permite, aunque no esté aún comercializado: Text 2.0. La pantalla sigue los ojos del lector y allí donde se paran, aparece la traducción de la palabra a otro idioma. Las ilustraciones van apareciendo en el momento que los ojos del lector han llegado a la frase a la que corresponde la ilustración. Ante esta tecnología el libro en soporte papel tiene que competir convirtiendo el libro en un objeto de deseo más allás de las tradicionales páginas informativas en blanco y negro. Todo vale: ilustraciones, letra grande, cd con actores famosos leyendo el libro. La industria editorial tiene que esmerarse mucho para competir con esto:

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