Eugenia Codina Desde mi ventana

lunes, 15 de junio de 2009

Diario de un disidente


Filología catalana. Diario de un disidente. Xavier Pericay, Barataria, Barcelona 2009

Carta enviada a Arcadi Espada a raíz de la publicación de su artículo Una valoración (sobre el libro Filología catalana de Xavier Pericay). La carta se entiende mejor si se lee antes el artículo de Espada. Para ello hacer click en el vínculo de la primera línea.


Querido y siempre leído Arcadi,

tu crítica del 13 de junio sobre el libro de Filología Catalana de Xavier Pericay me llega demasiado pronto. Me explico.

Acabo de leer el libro y aún lo estoy digiriendo. Es una digestión lenta de varios días, como una boa constrictor que se ha tragado un explorador con salacot incluido. Tu artículo me ha cortado la digestión. Yo estuve presente en este original coloquio en Utrecht, en el que participastes tú, Xavier Pericay y Adri Boon, el traductor del Quadern Gris al holandés, el único libro de Pla traducido, hasta ahora, a esta lengua. El tema del coloquio era la lección holandesa de Pla, el cual había estado varias veces en Holanda y había escrito sobre Dordrecht, ciudad en la que yo he vivido varios años.

Por primera vez, pues, se tendía un puente desde Holanda hacia su obra, hacia su apreciación por la civilización -y las mujeres- nórdicas, todo ello gracias a la capacidad de innovación y amor por la literatura de Isabel Lorda, directora del Instituto Cervantes de Utrecht.
El momento fue memorable porque era la primera vez que el viejo periodista catalán recibía su merecida atención en Holanda y porque lo hacía de la mano de dos de los estudiosos de su obra y su vida con más independencia mental e ideológica.

Het Grijze schrift, la traducción al holandés del Quadern Gris, el libro de memorias de la juventud de Pla, publicado cuando él ya era mayor

También fue memorable en este coloquio, no solo que se mencionara por ùltima vez a Montagne en la televisión española, tal como tan irónicamente indicas en tu texto, sino también que se oyera a Joaquín Soler Serrano hablando en español, que es lo mismo que decir que es la última vez que se habló español bien en el medio televisivo en su totalidad. El acto estaba claramente originado por el respeto y el interés de todos los participantes por la obra planiana, incluso en sus zonas menos estudiadas y conocidas como era su relación con la Europa del Norte.

Se me corta la digestión del libro, que ya me está costando esfuerzo, al leer la reacción de la clase política que vuelve a meter a Pla en el cajón ideológico al que pertenece según ella , robándole así su humanidad y el valor de su extensa y variada obra literaria. Arrastrando, además en esta espiral, a los atrevidos disidentes que se atreven a opinar sobre ¨nuestro¨ Pla sin ser de la ceba. (Nota: catalanista).

El principio de la entrevista, en la época que se podía fumar en televisión. En este fragmento Pla da un lección de literatura planiana. Escribe una palabra, y mientras da una calada a su pitillo, busca un adjetivo. Esto es escribir:


A mí, la verdad, el libro de Xavier Pericay, Filología Catalana, me ha impresionado mucho. Es un libro honesto, nítido y elegante. Como soy de Barcelona, nacida tambíen a finales de los años cincuenta de una familia local, reconozco, como si fuera mi propia historia, mucho de lo que cuenta Pericay: abuelos en la guerra civil, el miedo, el silencio, y sobre todo, la permanente presencia en la cuarta dimensión de las otras vidas que hubiéramos podido tener todos si la guerra no hubiera ocurrido. A nivel más personal, el libro me ha impactado porque el padre de Xavier Pericay fue mi profesor de griego en el instituto de enseñanza media en el que cursé bachillerato, así que saber como era el ¨senyor Pericay¨ en la intimidad y cual era su historia, hace la lectura para mí aún más viva y auténtica porque veo a mi antiguo profesor en cada página del libro.

También reconozco la naturalidad con la que asumíamos una ideología reivnidicativa de la identidad catalana de izquierdas. Comparto incluso la simpatía de Pericay por el anarquismo por encima de los muermos del PSUC (Nota: Partit Socialista Unificat de Catalunya, entonces aún muy marxista) que eran más serios que un ajo tieso.





Hasta aquí llega mi reconocimiento con la trayectoria de Xavier Pericay. Porque yo me marché en al año 1981 de Barcelona. Lo que ha ocurrido en estos veintiocho años no lo he vivido directamente ya que no tenía consecuencias para mi vida diaria, para mi funcionamiento laboral o para mi vida social. Leo con asombro hasta que punto la ideología ha ido impregnando la sociedad y como ha ido afectando la vida de los ciudadanos, especialmente los que se dedican a actividades culturales, educativas y públicas. Leo en las memorias de Xavier Pericay cómo ocurre un cambio de perspectiva. La crónica de Pericay es, efectivamente, la crónica del disidente, del que en un momento dado no puede negar ya más que lo que le dice su sentido común está en contradicción fehaciente con la ideología. Esto sí lo reconozco, lo entiendo muy bien. Cualquiera que haya dado este paso mental, lo entiende. En mi caso, este paso me ha llevado a opiniones muy distintas de las de Pericay. Me refiero en concreto a su crítica de que la inmersión en catalán sea parte de un proceso de asimilación de los emigrantes en la nacionalidad catalana que les obliga a olvidar sus orígenes. Mi experiencia en la emigración en Europa es que esto es lo mejor que le puede ocurrir a un emigrante. Opino que la conservación de lenguas y culturas durante tres y cuatro generaciones lleva al aislamiento y a la marginalización, a pesar de que yo misma haya colaborado con mi trabajo a la institucionalización del relativismo cultural de la socialdemocracia europea.

Leyendo el libro de Pericay me pregunto: ¿es que es la derecha ahora la que es progresista y regenadora de la política? Esta pregunta también se aplica al panorama político holandés. Pero esto es otro tema.

En este sentido entiendo la valentía del paso mental de Pericay y admiro la claridad con que lo expone. Pericay escribe de una forma intelectualizada que no consigue ocultar un apasionamiento amortiguado y muy personal. Es decir, son las memorias de una persona-autor que sabe quién es y cómo ha llegado hasta este punto. Vamos, que no tiene ni un pelo de tonto y sabe per què sóc conservador. (Nota: título de un artículo de Josep Pla en el que explica el por qué es conservador después de haber visto el convulso siglo XX).

Yo ceo que a Pla este libro le hubiera gustado mucho. Ojalá este libro vigorice el género de las memorias, ya que es ejemplar de como apasionar al lector diciendo la verdad.


Un abrazo desde la lluviosa Holanda,

Eugenia

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