Eugenia Codina Desde mi ventana

jueves, 12 de noviembre de 2009

Al fin juntos


Francia y Alemania han hecho, por fin, las paces

El 11 de noviembre del 2009 fue el día de la reconciliación final de Alemania y Francia. Los dos cabeza de estado, Sarkozy y Merkel, aprovecharon la conmemoración del final de la I Guerra Mundial, para enseñar al mundo que Europa (que al fin y al cabo es Francia y Alemania) está unida irremediablemente. Era la primera vez que un canciller alemán estaba presente en la ceremonia del 11 de noviembre. Merkel y Sarkozy se han visto mucho esta semana porque el presidente francés también estuvo presente en la conmemoración de la caída del Mauer en Berlín.

Los dos estadistas durante la ceremonia del 11 de noviembre por las víctimas de la I Guerra Mundial

Durante estos mimitos francoalemanes aparece una noticia en el periódico sorpendente: según una investigación que se ha realizado en colaboración alemanofrancesalos bebés lloran en diferentes lenguas Según estudios que se han hecho entre bebés alemanes y franceses se ha demostrado que el tono del llanto cambia según la lengua materna de los padres. El estudio, que se ha sido realizado por el Max Plank Institute en colaboración con el Laboratorio de Ciencias Cogntiivas y Lingüistica de la Ecole Normale Supérieure de Paris sugiere que los bebés intentan imitar el tono de voz de los padres para conseguir su atención. La lengua francesa tiene una entonación ascendente y la alemana descedente, tal como refleja el gráfico del llanto de los bebés de los dos países. Según los investigadores, el sonido ascendente francés le cuesta más esfuerzo fisiológico al cuerpo humano que el descendente alemán.

La onda de la izquierda es de los bebé francéses y la de la derecha de los alemanes. Como se ve, los patrones son claramente distintos

Quizás es esta discrepancia fonética la que ha separado a las dos culturas durante siglos: unos suben y otros bajan y no se encuentran nunca en el medio.
Suerte que tenemos el bilingüismo para romper cualquier barrera lógica. A mí me gustaría saber como lloran los bebés alsacianos que oyen francés y alemán desde su más tierna infancia...

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