Eugenia Codina Desde mi ventana

viernes, 26 de febrero de 2010

El viejo socialista

Geert Wilders reconoce públicamente que su mujer le tiñe el pelo en casa porque a él le gusta este color.

La semana pasada asistí a un dìa de estudio organizado por el centro de servicios educativos donde trabajo. Se trataba de explicar un nuevo método de análisis para medir el rendimiento de las escuelas. Según este análisis las escuelas pueden decidir el nivel al que quieren llegar. Uno de los presentes, uno de los jefes de departamento con más de treinta años de experiencia en educación hizo una observación al respecto. Según él, si las escuelas no se comparaban con la media nacional, las escuelas más débiles tendrían una buena excusa para rendir por debajo de la media, con lo cual los alumnos más vulnerables saldrían perdiendo.
La ponente le contestó: - A ver si te das cuenta que ya ha pasado la época del optimismo pedagógico del viejo PvdA (partido socialista).

Lo cual dejó sin palabras al viejo socialdemócrata que había hecho el comentario y asombrado al resto del público que pensaba lo mismo que él.

Esta contestación, aparte de si fuera correcta o no, demuestra hasta que punto ha cambiado Holanda en los casi treinta años que vivo aquí. El mofarse en público de la ideología de izquierda era algo inaudito hace diez años. Y sobre todo en el ámbito de la educación, el tradicional bastión de la izquierda.

Durante cuarenta años, Rótterdam ha sido una ciudad dirigida por coaliciones de izquierdas con cómoda mayoría socialista. Desde hace cinco años, el partido socialista está perdiendo la partida, viéndose obligado a hacer cada vez más concesiones para poder seguir gobernando. En realidad, ha llegado un momento que cualquier cosa que haga el partido socialista está mal.

El declive del partido socialdemócrata empezó con la aparición de políticos ¨de fuera del ramo¨ que se alejaban de las líneas de los grandes partidos como los socialdemócratas y los liberales.

El periodista de investigación Peter R. de Vries tuvo que admitir que el desparpajo y la mirada inquisidora no son suficientes para convencer al electorado.

Desde la espectacular aparición (y muerte) de Pim Fortuyn, han ido apareciendo y desapareciendo una serie de personajes provenientes de campos ajenos a la política, desde los negocios del mundo de la música, como Herman Heinsbroek, del periodismo de investigación como Pieter R. de Vries o del crecimiento personal como Emile Rattleband que han ido minando el monopolio de las ideologías fijas de derecha e izquierda.

Uno de los intentos más extravagantes de cross-over a la polítca de los últimos años, Rattelband, descubrió que es más facil que sus cursistas anden sobre el fuego que conseguir que le voten.

La mayoría de estos políticos son de corta duración porque rápidamente se dan cuenta de que ganan más dinero en sus profesiones que en la política sin tener que tragar tanta quina y trabajar tanto.

Cuando Herman Heinsbroek era ministro de Finanzas iba al ¨trabajo¨, en Bentley, para horror de los holandeses educados en el calvinismo y la socialdemocracia

Estos personajes se caracterizan por ser divergentes de las grandes partidos políticos. Sin lugar a dudas, el político que ha tenido más éxito hasta ahora gracias a su terca disidencia es el muy denostado Geert Wilders, del partido PVV (Partido para la Libertad). Tanto en peinado como en ideología, Wilders no sigue los caminos trillados y sorprende cada día a la clase política establecida con sus propuestas éticamente inaceptables pero que traducen bien lo que piensan muchos holandeses.
El partido socialista ha sido el más perjudicado en estos cambios. Ha tenido que adaptarse a la nueva política pero a causa de su gran aparato interno le cuesta seguir los cambios de la población. Es dificil que un elefante aprenda a bailar.

2 comentarios:

Peter J. Piper dijo...

!Menos mal! Has tardado tanto que yo pensaba que te habias desanimado por completo. !Animo, que te leemos, y queremos que sigas escribiendo! P.

Eugenia dijo...

me pongo a ello. Gracias.