Eugenia Codina Desde mi ventana

miércoles, 5 de mayo de 2010

Holanda

Una inusual presencia de banderas en mi calle

Ayer, 4 de mayo se celebró el Día de los Caídos, una ceremonia que se celebra cada año en la plaza Dam en Amsterdam en la que se recuerda a los muertos en las guerras. Hasta 1961 la ceremonia recordaba los caídos en la Segunda Guerra Mundial. Actualmente se recuerdan a los muertos en todos los conflictos bélicos. Durante la ceremonia se guardan dos minutos de silencio, una acción que se mantiene en todo el país. En restaurantes, bares y lugares públicos se guardan también los dos minutos de silencio a las ocho de la noche. Un simple y efectivo acto participativo.

El 5 de mayo se celebra el día de la liberación, el día del final de la invasión alemana de Holanda en mayo de 1945. El 5 de mayo es festivo solo cada cinco años. Este año, 2010, toca fiesta. Y qué fiesta. En los treinta años que vivo en Holanda no había visto una celebración como la de este año. Los periódicos están llenos de historias, recuerdos y fotos de la guerra. Las celebraciones proliferan en las ciudades, pueblos y barrios. Desde Wageningen, la ciudad en que se firmó la rendición salían a las doce de la noche grupos cargados con antorchas que hacen el recorrido hasta sus pueblos de origen a 100 kilómetros de los alrededores.

El monumento Siete Millones de Lágrimas en el Oudedijk de Rotterdam

Es lógico que con los años se olviden las historia, y es cierto que los testimonios vivos son cada vez menos, ya hace sesenta y cinco años de los hechos. Sin embargo, la vitalidad con la que se recuerdan este año es inusitada, teniendo en cuenta que son las nuevas generaciones las que organizan los eventos. Oficialmente el tema de este año es la libertad en el mundo actual, no solo en la Holanda del pasado.

Yo diría que más que una celebración de la libertad, esta fiesta se está convirtiendo en una reafirmación nacional del este país que se caracteriza por su ¨nacioinalismo soft¨. Los holandeses aborrecen el chauvinismo francés y los actos patrióticos en general por considerarlos de mal gusto por su falta de racionalidad. En Holanda la forma de ser patriota es siendo capaz de ver la madre patria como algo relativo. Al fin y al cabo, una buena relación con los otros países ha sido el tejido en el que ha crecido Holanda económicamente.
Un modesto Monumento a los Caídos en el Gordelweg, Rotterdam

Esta tradición de no perder la compostura ante himnos y banderas está un poco alterado los últimos tiempos. Los partidos políticos como el PVV que llaman a un radical freno a la inmingración de países islámicos y el partido TON (Trots op Nederland = Orgulloso de Holanda) son recién llegados al panorama político con mucho éxito. Un fenómeno que no todos los partidos políticos acaban de entender y de usar a su favor
La celebración del día de hoy indica una espontánea valoración de los holandeses de su identidad, de la cual el pasado (la historia) también forma parte. El 5 de mayo ofrece una ocasión de ser patriotas a los que no les gustaría que les tildaran de ello. Ofrece, en definitva, una oportunidad de estar orgulloso de vivir en una comunidad donde se respetan y se valoran ciertos valores como la libertad, la democracia y el bienvivir.
Un buen resumen de lo que significa el patriotismo, diría yo, aunque a los holandeses no les guste que lo diga.

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