Eugenia Codina Desde mi ventana

miércoles, 28 de julio de 2010

La revuelta de la anguila catalana

El torero Serafín Marín luce barretina por montera y la bandera catalana de capote, reivindicando así la catalanidad de la fiesta (imagen de El País)

El origen de esta imagen que parece salida de la imaginación daliniana es el final de las corridas de toros en Cataluña. El parlamento catalán ha votado hoy una ley que prohíbe las corridas de toros en Cataluña a partir de enero del 2012.

Vaya por delante que a mí la fiesta de los toros me parece un anacronismo que no tiene lugar en la sociedad actual. Lo mismo opino de los encierros de toros como los sanfermines y los correbous. Las fiestas con animales en la vía pública no tienen sentido en los núcleos urbanos actuales que no tienen nada que ver con el origen de estas fiestas producto de la cercanía física entre el ser humano y el animal. Estas fiestas se mantienen por tradición, por la atracción turística que forman y porque, seguramente están subvencionadas para mantener la identidad de cada rincón de España. Pero las fiestas con animales no es una exclusiva española ni mucho menos. Son tradiciones que cuestan mucho de erradicar porque forman parte del estilo de vida y de la identidad de los ciudadanos.
Las fiestas con animales acabaron en Holanda en el 1886 cuando la prohibición de celebrar la fiestas de la anguila acabó en tres días de disturbios y 25 muertos. La fiesta consistía en colgar una anguila de una cuerda tensada cruzando el canal. Los botes pasaban por debajo y los participantes intentaban coger la escurridiza anguila con desastrosos resultados para el animal indefenso.
La pobre anguila tenía todas las de perder

Los vecinos de Amsterdam no se tomaron bien la prohibición y la cosa acabó como el rosario de la aurora.
En favor de los amsterdameses se puede argumentar que no tenían muchas ocasiones de divertirse. Ahora en cambio hay tantas formas de ocio y diversión virtual que el espectáculo de los toros tiene poco sentido. El que se siga matando a un animal en público es redundante en un mundo donde existe Second Life y el World of Warcraft, así como simulaciones de todo tipo.

La revuelta de la anguila en 1886

Yo, después de vivir tantos años en la Europa del norte no puedo dejar de comprender el estupor que provoca ver a un animal sangrando en un espectáculo-ceremonia. Vivo en un país donde los animales tienen dos categorías: animales de compañía o bistec en el plato. En Holanda incluso el comer conejo está mal visto porque es un animalito para acariciar, no para comer en pepitoria. Es decir, en un país donde la distancia entre el animal y el ser humano es enorme y donde hay un Partido de los Animales, un espectáculo como las corridas de toros es lo más parecido a un asesinato en directo.
Por lo tanto, por diversas razones las corridas de toros me parecen una reliquia del pasado. La argumentación de que con la la corrida se pierde todo un ecosistema en el que viven toros bravos, vocabulario, arte, estética, destrezas y oficios es un argumento importante pero la fiesta de la anguila holandesa también sobrevivía en un ecosistema que ahora ha desaparecido y del que solo quedan ilustraciones, vocablos e historia.
Que los amsterdameses han cambiado se puede ver en que la televisión española internacional, que emitió durante unos años de prueba en Amsterdam tuvo que ser retirada a causa de las protestas por que se emitían toros, algo que ofendía a los espectadores descendientes a los revoltosos de la anguila.


La razón de que la prohibición provoque tanta controversia tiene que ver no solo con la tradición sino con la política actual española. En realidad lo que irrita a los protaurinos es el mensaje implícito de los partidos nacionalistas e independentistas catalanes de que la corrida de toros no es una fiesta catalana. La actitud mortifica al resto de las autonomías españolas porque implica arrogancia y superioridad de la identidad catalana por encima del resto de España.
En este aspecto tienen razón los ¨protaurinos¨. Las corridas de toros son catalanas. También son portuguesas. Francesas. Mejicanas. No es una singularidad española sino de los países de la cuenca del mediterráneo y de las culturas que han tenido contacto con ellas.

Pero aunque la fiesta taurina siga siendo catalana, la tradición y ¨el porque siempre ha sido así¨ no me parece suficiente argumento para seguir manteniendo un divertimento del siglos XiX en el siglo XXI.

2 comentarios:

PUTXI dijo...

No estic d’acord que aquest tema es porti al terreny de que els catalans ho fem per que es tracte d’un icona espanyol. Em sap greu que sempre es polititzin les coses per intentar demostrar que son separatistes i que aprofitem la més mínima oportunitat per manifestar-ho. Crec que hi han moltes formes de divertir-se sense fer patir als animals.

Jordi Romeu dijo...

Pel meu entendre, les "corridas de toros" o curses de braus formen part de la CULTURA i de la TRADICIÓ de molts països, son de totes totes ARTÍSTIQUES, EMOCIONANTS i estan fortament ARRELADES en una pila de NEGOCIS al voltant d'aquest ESPECTACLE. M'agraden...
... quina llàstima, però, que perquè tinguin raó de ser s'hagi de torturar un toro, petit detall que fa que jo no pugui entendre a milions de protaurins que admeten que, sense demanar-li permís, una bèstia hagi de patir per a la seva major gloria (la de la bèstia diuen) i pel goig dels espectadors que ben coberts i protegits gaudeixen de la bravura (o del pànic?) de l'animal.
Clar que tampoc puc entendre a milions de monàrquics que admeten que, sense demanar-nos permís, un humà/na pel fet d'haver nascut en una determinada família sigui el meu rei i senyor. No hi haurà cap relació oi?
Quina "melopea" que porto! no entenc milions de persones!!!
De bon rotllo eh?