Eugenia Codina Desde mi ventana

lunes, 13 de julio de 2009

Un domingo en París


El famoso chocolate caliente de Angelina

Ayer París amaneció con amenaza de lluvia. A pesar de ello enfilé hacia la Place de la Madeleine, donde se encuentra la iglesia del mismo nombre. La iglesia de la Madeleine ha sido popularizada por el libro el Código da Vinci en el que la historia se desarrolla alrededor de la figura de la Madalena como hipotética esposa de Jesúcristo. Gracias a la intervención del best=steller los parisinos encajan aún más turismo entusiasta de todos los contintentes, especialmente Estados Unidos.

La iglesia por fuera no parece una iglesia sino un templo griego. Aunque Napoleón no empezó las obras sí que fue su principal impulsor. Quería que se conviritiera en un templo al ejército y, en definitiva a la guerra, que tanto le había aportado a él y a Francia. Este triunfalismo es el que domina toda la zona de la plaza de la Madeleine, la Avenue Concorde y las Tullerías.
Después de su muerte el templo se terminó para el primer fin en que se había planeado.

La iglesia de la Madeleine en la plaza del mismo nombre

El interior del templo es impresionante por su monumentalidad y por la calidad de las esculturas que abarrotan el recinto. Las esculturas clásicas rerpesentan diferentes episodios de la Biblia pero lo que llama más la atención es la cantidad de esculturas modernas atiborradas en las capillas. No es un monumento ocioso o un mauseloeo: durante mi visita se celebraba la misa del domingo y durante los fines de semana hay conciertos de música clásica o worldmusic. Si además a esto se une la cantidad de turistas que la visitan durante el año, se puede decir que la Madeleine es una muestra de como un monumento puede ser multifuncional y accesible a público. Información práctica: la visita es gratis y la iglesia está toda la semana abierta.

Por la tarde estuve en la Orangerie. Como uno no puede ir a París sin visitar los nenúfares de Monet, me dirigí a mi cita con el impresionismo. Ante todo debo avisar que el nombre es más bonito que el edificio que es estrictamente moderno y no conserva nada de un patio de naranjos, tal como podría sugerir su nombre.
Un bonito detalle para los coleccionistas de recuerdos de viajes es que cada entrada tiene impreso un cuadro impresionista (para los que lleven un cuaderno de viaje Moleskine o no).


Detalle de los nenúfares en la luz de la mañana

Los nenúfares o Nymphae ocupan dos salas de forma ovalada. Cuando uno entra en la sala es como si se sumergiera en el estanque de Monet en Giverny. En medio de la sala hay unos bancos desde los que se pueden apreciar los nenúfares desde todas las perspectivas. Los paneles ovalados en realidad muestran un mundo que en la realidad solo ocupa centímetros y que en la tela se ha expandido formando un bucle con las diferentes luces del día. La idea de exhibir los nenúfares de esta forma fue de Monet mismo, quien quería comunicar el infinito de la vida de esta forma.

Una de las dos salas ovaladas

Ofreció su obra a Francia en el 1918 y no fue muy apreciado porque el impresionismo empezaba a perder actualidad. En el año 1944 una bomba cayó en el techo de la segunda sala. Después de varias reformas se hizo una definitiva, la que se ve ahora, en el año 2000,
Llama la atención durante la visita a una sala de este tipo lo poco que el público miramos realmente la obra. La gran mayoría entramos atraídos por las guías turísticas y por las obligatoriedad cultural. En realidad, los visitantes una vez dentro de las salas pensadas sobre la meditación del infinito de la vida lo que hacen es hacerse fotos. El egoturismo, como le llaman, YO delante de la Torre Eifffel, YO delante de los nenúfares, YO delante de Maxim´s....


Los jardines son un paseo obligado para los visitantes

Pero el gran placer parisino es pasear por las Tullerías, jardines del más exquisito gusto monumental francés, para uso público. Aconsejo una visita a Angelina, una sala de té donde hacen un chocolate absolutamente comatoso que cualquier mujer debe probar alguna vez en su vida. Y la pastelería es tambíen de no perdérsela. Está en la Rue de Rivolí, al lado mismo de las Tullerías.

Chocolatería Angelina

2 comentarios:

Unknown dijo...

Tinc ganes de estar a Paris amb tu.
Petons
Isabel

Eugenia dijo...

T´agradará.

Petons,

Eugènia