Eugenia Codina Desde mi ventana

viernes, 6 de febrero de 2009

¡Me he swalleado el pinyol!


Rotterdam, 6 de febrero del 2009, anotaciones en mi cuaderno hechas entre Hillegersberg y Ommoord

Aprovecho el recorrido en autobús hasta mi trabajo para escribir los planes para el día (lo qué tengo que hacer, lo que no quiero olvidar) en un cuaderno que siempre llevo conmigo.
Hoy, al mirar el cuaderno, me he dado cuenta de que había conseguido mezclar tres idiomas en menos de quince centímetros de papel. Primero, al ver lo que había escrito, solo he visto un batiburrillo pero al leer con más atención las anotaciones he ido descubriendo cierta lógica. Cada tarea está ligada a un idioma: lo personal e íntimo en catalán (la fecha y los pensamientos para el día), los temas de trabajo (reuniones, citas, tareas) en holandés, y una colaboración que estoy planeando con escuelas en Bilbao, en español.

Cualquiera que viva en una situación de convivencia en varias lenguas sabe que gran parte de las acciones vinculadas al uso de varios idiomas se basa en la espontaneidad y la naturalidad. Uno no piensa demasiado en estas cosas, simplemente las hace. Con un amigo se habla un idioma y con un compañero de trabajo otro. Se escucha la televisión en un idioma y se lee el periódico en otro.
La espontaneidad es más difícil de mantener al llegar los hijos. Entonces la mayoría de las parejas bilingües han de tomar decisiones que hasta aquel momento podían evitar. ¿cada uno le habla en su lengua materna?, ¿se le habla en un idioma diferente según la tarea?, ¿un idiomas para las relaciones familiares y otro para la relación con el exterior?. El proceso de aprendizaje de dos o más lenguas no se puede dejar totalmente a la naturalidad. Los niños pueden aprender varios idiomas a la vez pero los padres han de tener paciencia hasta ver los resultados, y esto no es fácil. La razón es que al haber más que aprender (más vocabulario, más reglas) los niños bilingües y trilingües tardan algo más que los mono lingues en formar oraciones coherentes.

Noam Chomsky

Recuerdo a Alan, un joven ahora perfectamente trilingüe en catalán, castellano e inglés, que cuando tenía seis años me dijo después de comerse una cereza: ¡Me he swalleado el pinyol! (Me he tragado el hueso). El padre de Alan le hablaba en inglés, su madre en castellano y, al vivir en Barcelona, estaba escolarizado en catalán.
Interesante en esta frase de Alan (una perla para un lingüista) es que confirma todas las reglas de aprendizaje de las lenguas, con la gramática generativa de Noam Chomsky en su origen. En la frase se mezclan tres idiomas, dos palabras en inglés y en catalán, y lo más interesante, la regla gramatical del castellano para la formación de un pasado compuesto y su partitivo, según la gramática española. Es decir, Alan confirmaba la teoría que lo que el gran avance que significa el lenguaje humano no radica en aprender palabras sino en el aprendizaje y aplicación de las reglas gramaticales.
Los niños al aprender a hablar buscan reglas que puedan aplicar a todo lo nuevo que aprendan, de forma que puedan generar lenguaje por sí mismos. Esta es la razón por la que tardan algún tiempo en aprender los verbos irregulares. Normalmente los niños dicen rompido o no cabo en lugar de roto o no quepo. Padres y educadores les corregimos pero en realidad tendríamos que felicitarles porque están buscando la forma de aplicar las reglas que han aprendido. Su primer paso a la independencia lingüística.


Todas las familias políglotas también saben, que una vez superada esta fase de interlenguaje, se llega a un punto que hay que establecer reglas para la comunicación porque sino se acaba creando un idioma propio dentro de la familia que resulta ininteligible para el mundo exterior. Esto es lo que me contó una vez Sally, una inglesa criada en Barcelona, en cuya familia tuvieron que acabar estableciendo la regla de que si se empezaba una frase en un idioma había que terminarla en el mismo. Esto fue a raíz de que un hermano le dijo: No puedo enchegar the car, frase que toda la familia encontró normal pero que despertó la hilaridad de sus amigos catalanes presentes en aquel momento.

Dominar varios idiomas es una gran riqueza pero no es una que se obtiene sin más, aunque así parezca a primera vista. Mantener varios idiomas a la vez exige dedicación y esfuerzo. Es un esfuerzo que, a la larga, vale la pena porque abre las puertas a la comunicación y al conocimiento, tesoros a los que no se puede poner precio. Pero hay que invertir en ello.

Esto quiere decir que la oportunidad de aprender varias lenguas también está ligado a las oportunidades en el ámbito social. Demasiado a menudo ocurre lo que lingüista canadiense Jim Cummins definió muy bien: No puede ser que el bilingüismo sea una bendición para los ricos y una maldición para los pobres.

6 comentarios:

Jordi Romeu dijo...

Really molt guai! It has been muy interesante. Et felicito. Au revoire!
Jordi from Barcelona que t'envia petons.

Anónimo dijo...

Jordi, me has weg geschnappt die posibilidad, una bonita mezcla de idiomas zu machen! Botz tuusig!

Muy buen comentario, Eugenia, y muy razonable. Un Kuss desde Bern.

Eugenia dijo...

Dank u wel! petons y besos back

Liberto, esto.... ¿qué quiere decir Botz tuusig? (lo otro lo entiendo por deducción del holandés).

Peter J. Piper dijo...

Supongo que se pueden hacer comentarios en otra lengua ...

My notebook - which I only carry around at work - is a slightly different mix of languages. I often discuss with our Francophone informatics people about issues that concern Anglophone users. Which means I will makes notes (often in telegraph style or worse) in French, English and - if I can't translate the French quickly enough - in Dutch.

Maar ik houd me normaal gesproken aan de regel van "1 zin, 1 taal"

Anónimo dijo...

Botz tuusig!

Esto es suzo alemán, bernés en concreto.
Una buena equivalencia es "rediez!".

Eugenia dijo...

Pardiez, qué traducción :-)