Eugenia Codina Desde mi ventana

viernes, 25 de septiembre de 2009

Inteligencia Kafkiana


Leo que una investigación estadounidense prueba que la lectura de las historias de Kafka estimula el cerebro . El grupo experimental leyó una historia de Kafka y después se sometió a una serie de pruebas en las que consiguió mejor resultados que el grupo de control que había leído leído la misma historia pero sin los elementos surrealistas.

Buenas noticias para la literatura y el arte en general porque quiere decir que el enfrentamiento con lo inesperado nos hace pensar. Confirma que el arte no es solo entretenimiento sino una parte insustituible de nuestro desarrollo como seres inteligentes. Y que Franz Kafka en un gran escritor capaz de crear una obra inolvidable e intemporal.

La aportación de Franz Kafka a la literatura no se limita solo a habernos hecho a todos sus lectores mucho más inteligentes (gracias Franz) sino que además fue después de leer La Metamorfosis que Gabriel García Marquez, empezó a escribir. Cien años de Soledad se abre con una de las más famosas primeras frases de la historia de la literatura: ¨Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”

La otra famosa primera frase de la literatura mundial es la de Franz Kafka en La Metamorfosis: ¨Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto.¨

No olvidemos que este primer párrafo es tambén la mejor descripción en la literatura de como se siente uno al despertarse con resaca:
«Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Hallábase echado sobre el duro caparazón de su espalda, y al alzar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas callosidades. Innumerables patas, lamentablemente escuálidas en comparación con el grosor ordinario de sus piernas, ofrecían a sus ojos el espectáculo de una agitación sin consistencia».

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