Eugenia Codina Desde mi ventana
lunes, 14 de septiembre de 2009
Robots: afectos de alquiler
El perro solitario de Koshigaya
Cuando mi marido volvió de una larga estancia en Japón me contó la historia del perro solitario. Al lado de su hotel, en un barrio residencial, un perro ladraba día y noche. Harto del ruido, Theo se acercó hasta la casa de donde salían los constantes ladridos. Descubrió a un perro, solo, atado a una caseta. Sus dueños estaban más de doce horas al día trabajando y viajando en el apretujado metro de Tokio. No tenían ni tiempo ni espacio para tener un perro pero en un país tan superpoblado tener un animal doméstico es un símbolo de estatus social. Un animal de compañía que no tenía a nadie a quien acompañar ni que le acompañara.
La historia del perro solitario me viene a la memoria cuando leo en el Japan Times que está aumentando la popularidad de las cafeterías con animales domésticos. En Japón existen desde hace tiempo los bares temáticos en los que se puede tomar algo rodeado ya sea de colegiales, de vampiros o de ninjas.
El gran éxito, sin embargo, es la cafetería en la que además de tomar un té se puede alquilar un perro o un gato que durante una hora hace compañía al cliente (traductores atención: ¿gatos de alterne?). En Nagoya, otra gran ciudad en el centro del Japón la moda es acariciar conejos en el Usagi-to-Cafe (Conejo y Café) por seis euros el minuto.
En este momento hay 39 cafés de gatos en Tokio. El más popular es el Calico Bar, aquí en la foto.
El afecto de alquiler no se limita a los animales domésticos. Hay agencias especializadas en alquilar afectos como la Japan Efficiency Corp. que proporciona , por hora, venerables abuelos para las fiestas de cumpleaños o un simpático tío para lo que haga falta. Me impresiona especialmente el caso de una señora de setenta años que se alquila por un día una familia con niño pequeño para el día de su cumpleaños. Su verdadera hija, de la que tiene un nieto, está demasiado ocupada trabajando y no tiene un momento libre para visitar a su madre.
¿Es esto prostitución? El amor de alquiler ya no se refiere solo al sexo. Ahora se alquila el afecto de una familia, la ternura de los abuelos y la frescura de los cachorros.
En el Calico Bar priman los gatos
pero en el Usagi-to-Cafe hasta el arroz se sirve en forma de conejo
La necesidad de afecto y compañía tiene como aliada a la tecnología, que ya ha ido un paso más allá. Ya hay robots que se comportan como, por ejemplo, perros. No solo tienen la apariencia y se mueven como un perro sino que incluso responden a estímulos y a órdenes. El más conocido se llama Aibo. Aibo sigue a Asimo, el robot humanoide que ya anda, corre, sube escaleras y que dentro de poco lo podrá hacer casi todo.
Al menos, esto es lo que declara David Levy, doctorado en robótica por la Universidad de Maastricht. Este curioso científico escocés que fue campeón de ajedrez se interesó por la Inteligencia Artificial a raíz de su experiencia de tener a un ordenador como contrincante. Levy llega a estrambóticas conclusiones que argumenta convincentemente.
Según su tesis los robots se parecerán lo suficiente a los humanos para que se puedan establecer relaciones románticas y sexuales entre humanos y robots. Según él en un término de cuarenta años será posible tener relaciones con un androide. Levy confía en que la industria pornográfica será la primera en invertir en androides femeninos que sustituirán a la primitiva muñeca hinchable actual. El avance de la robótica también nos llevará a la Robot-ética, una nueva disciplina. Si un robot puede tener relaciones con un humano e incluso casarse, se plantean otras cuestiones como la paternidad, el derecho a voto y la libertad personal. La teoría de David Levy parece ciencia ficción pero no deja de tener cierta lógica interna. Se puede leer una entrevista con él en la web de Tercera Cultura: http://www.terceracultura.net/tc/?p=169
La hipótesis de Levy se basa en el test de Turing, la base de la teoría sobre Inteligencia Artificial. Se fundamenta en la hipótesis de que, si una máquina se comporta en todos los aspectos como inteligente, entonces debe ser inteligente. El experimento se basa en la capacidad de un humano en distinguir si las respuestas que recibe provienen de una máquina o de otro ser humano. La prueba de Turing no ha tenido éxito aún en la realidad pero sí en la ficción. La novela de Ira Levin Las esposas de Stepford, que se ha llegado a filmar dos veces, en el 1975 y en el 2004, trataba de una ciudad donde los hombres sustituyen a sus mujeres reales por una réplica mecánica. Para estos hombres la prueba de Turing funcionaba ya que no distinguían la persona del robot, incluso, preferían esta última.
No es pues impensable que los afectos de alquiler, en un futuro no demasiado lejano, no se limitarán a los animales y a los familiares por hora. Probablemente tendremos ocasión de alquilar fieles amantes androides. La discusión radica en lo lejano que está este futuro. No muy lejano si se observa lo integrada que está en la imaginación popular la imagen del robot gracias a las películas y a la literatura de ciencia-ficción.
Desde el robot del Planeta Prohibido en 1956 hasta los simpáticos robots de La guerra de las galaxias, nos hemos ido acostumbrando a la presencia de la vida artificial en la ficción.
Hasta tal punto que, en lugar de empeñarnos en conseguir que los robots se parezcan a los humanos, ya estamos haciendo lo contrario. En este vídeo de Tiesto vemos a un humano moviéndose como el robot más real de todos, el Asimo. Quizás es que los androides ya están más integrados en nuestras vidas de lo que pensamos y el doctor David Levy no va nada desencaminado.
La vida imita al art(ificio):
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3 comentarios:
Hola Eugenia:
Tus post son muy interesantes y crean "adiccion" ; ))
Te envio mis mejores saludos desde Varsovia, Madeleine
Gracias, a mí me encanta escribirlos.
Es una suerte tener una lectora como tú.
Abrazo,
Eugenia
Hola Eugenia, trabajo en España y el año pasado hemos tenidos el gusto de prestar el espacio para una convención de tecnología. Trabajo para una cadena de hoteles en Barcelona y ha sido un evento que llenó nuestras salas. Impresionantes los avances, había algunos robots, cosa de no creer cómo avanza todo.
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