Eugenia Codina Desde mi ventana

lunes, 28 de septiembre de 2009

Café europeo

Lo primero que he hecho hoy al llegar a mi trabajo es ir buscar un café. La máquina del café al lado de los servicios, es como todo el mundo sabe, el centro neurálgico de una organización. El despacho enfrente de este privilegiado rincón es el más preciado por el management porque aquí uno se entera de todo. Al menos de todo lo realmente importante que es la información informal.


El caso, es que esta vez al elegir el café me he dado cuenta del absurdo linguístico siguiente. Si leo los tipos de café que puedo elegir, constato que hay un café que el idima holandés considera autóctono mientras que las otras variantes importadas, como el café con espumita o el café fuerte son intraducibles. Me refiero al capuccino y al espresso italiano.
Y qué decir de la exótica costumbre de poner leche en el café, nos encontramos entonces ante un inclasificable producto que solo se pueden nombrar en francés: café au lait.


Para que luego digan que Europa no existe. Al menos a nivel café somos muy multiculturales.

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