Eugenia Codina Desde mi ventana

lunes, 17 de noviembre de 2008

Aquí no somos racistas

He encontrado en El Triangle, una revista política en catalán que se publica cada semana, este chiste de Pithecanthropus corruptus :
En el caso de que no lo hayas entendido del todo, ahí va la traducción:
- Un presidente negro en la Casa Blanca es histórico
- ¿Te imaginas que ocurriera en Europa?
- Imposible
- ¿Por?
- Aquí no somos racistas

Me ha gustado este chiste porque refleja muy bien la actitud europea ante las desigualdades raciales y sociales en Estados Unidos.
Seámos honestos: los europeos aún tenemos mucho camino por recorrer para llegar a la cohesión social europea con un gobierno común. Después de llevar treinta años viviendo en (el Norte de) Europa estoy convencida de que es imposible, al menos en los próximos doscientos años, que un inglés vote por un presidente francés, un sueco por un español o un holandés por un austríaco. Algo que sí ha logrado un austríaco en Estados Unidos.

En cuanto a las minorías que viven en cada uno de los países europeos tampoco lo tienen facil para integrarse. Si bien es cierto que en Rotterdam vamos a tener un alcalde de origen marroquí, la razón es porque no fue elegido por elección popular sino por un grupo de políticos encerrados en una habitación.

Por eso me sigue sorprendiendo la arrogancia que los europeos mostramos respecto al racismo y la discriminación en Estados Unidos.
También me sorprende la ingenua alegría de los europeos porque los Estados Unidos han elegido un presidente negro y demócrata, dos cualidades que no son ninguna garantía para Europa. No olvidemos que Obama antes que ser un símbolo de la liberación de las raza, papel que le hemos adjudicado, es un político estadounidense que va a barrer, lógicamente, para casa.

Por esto me ha gustado este chiste del Triangle: dos europeos autosatisfechos sentados en el sofá mirando la tele con, a un lado, el cuadro del Guernica, símbolo de la autodestrucción de 55 millones de europeos, y al otro lado, la bandera europea, símbolo del intento desesperado de los europeos de no matarnos entre nosotros durante el siglo XXI.

Es importante no olvidar quiénes somos y de dónde venimos.


(Este post está especialmente dedicado a mis amigos esparcidos por Europa)

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